Recientemente, en diferentes lugares del mundo, incluyendo Colombia, ha tomado fuerza el debate sobre la prohibición de algunos artículos plásticos denominados «de un solo uso», como vasos, cubiertos, platos, bolsas, pitillos, copitos, entre otros. De manera casi paradójica, la discusión ambiental se ha abalanzado desproporcionadamente sobre estos pocos productos, cuyo aporte a los residuos que se generan diariamente es mínimo y cuyo impacto ambiental es, en términos relativos, irrisorio frente a los inmensos desafíos de sostenibilidad que enfrenta el planeta. Más allá de defender estos artículos que sin duda ofrecen una solución en términos de salubridad, higiene, practicidad y costo, lo que se propone es centrar la discusión en si la solución debe ser efectivamente la prohibición o si existen mejores alternativas.
Por: Daniel Mitchell
Presidente de ACOPLÁSTICOS
Casi todos los procesos productivos implican, inevitablemente, un impacto ambiental, ya sea por huella de carbono, huella hídrica, afectación a los ecosistemas, entre otros.
Los automóviles y los aviones, por ejemplo, emiten gases efecto invernadero en sus procesos de combustión. ¿Se deben prohibir? Por supuesto que no. Son medios de transporte que han facilitado las comunicaciones y el desarrollo de la humanidad a una escala incuantificable. La solución, que ya empieza a ser una realidad, es avanzar en alternativas eléctricas así como en mejoras de eficiencia en los motores y reducciones de peso en las estructuras. Por ejemplo, la disminución en el peso de los aviones gracias a los plásticos, ha significado un ahorro energético de alrededor del 20%.
En el mundo, cerca del 50% – 60% de los residuos que terminan en los rellenos sanitarios o en los botaderos son materiales orgánicos. Allí, liberan gases que, en agregado, contribuyen con alrededor del 9% del calentamiento global. ¿Debemos prohibir las frutas y las verduras por ser productos orgánicos? Claro que no, son aportes esenciales para la salud y vida de la especia humana. La solución, por el contrario, es -a través de una cultura de separación de residuos en el hogar, un adecuado esquema de recolección en los municipios y una infraestructura integral de compostaje-, minimizar o idealmente eliminar la cantidad de desechos y desperdicios que terminan en los rellenos sanitarios.
La carne, debido el metano que libera el ganado, es también uno de los principales contribuyentes de los gases efecto invernadero. Prohibir su comercialización sería eliminar, de la dieta básica, una proteína de gran importancia. Al igual que en los ejemplos anteriores, la solución la encontramos en la innovación, por ejemplo, a través de desarrollos silvopastoriles y esquemas de compensación.
Del mismo modo, en los océanos y otros ecosistemas encontramos desechos de empaques de metal, de vidrio o de plásticos, que generan una fuerte afectación sobre la flora y la fauna. ¿Debemos prohibirlos? Mi opinión es que no. Son artículos que, no solo contienen y facilitan el transporte de los productos, sino también alargan la vida de los mismos y reducen su desperdicio. Además, son materiales que pueden ser reutilizados y/o reciclados en un 100%. Estos terminaron en los lugares equivocados ya sea por ausencia de una cultura ciudadana de disposición y separación de residuos, por deficiencias en los esquemas de recolección o por falta de capacidad instalada para transformar o aprovechar los desperdicios. La misma situación aplica para los artículos plásticos denominados «de un solo uso», los cuales han sido recientemente objeto de debate. En vez de prohibirlos, se debe promover su consumo responsable e incentivar su reciclaje, lo cual es completamente factible.
La humanidad, en el transcurso de los siglos y con mayor intensidad en tiempos recientes, ha mejorado inmensamente su calidad de vida gracias al aprovechamiento de los recursos disponibles en el planeta. Con el incremento de la población, la consolidación de la globalización y las tendencias crecientes en el consumo, es claro que mantener este ritmo no es sostenible. Es imperativo buscar soluciones, pero estas no se encuentran en devolvernos al pasado ni en desmejorar forzosamente las condiciones de vida de la población. Más bien, éstas se hallan en la innovación y la cultura ciudadana: Es la única manera de evolucionar a un estado de alto bienestar y en armonía con la sostenibilidad del ambiente.
Estoy totalmente de acuerdo con la ponencia realizada, el tema no es prohibir como medida de mitigación, esto debe ser una serie de esfuerzos mancomunados en torno a el uso adecuado de los recursos naturales y a la preservación de estos. Es importante la iniciativa y el apoyo en implementación de políticas, pero también es vital el desarrollo de tecnologías amigables con el ambiente, que permitan la sostenibilidad, sin ir en contra vía de la calidad de vida de las personas. El desarrollo en el sector de los envases permite contar hoy con una variedad de alternativas viables, como productos bio degradables e incluso comestibles, que serian alternativas a la mitigación de dicho impacto, lo importante esta realmente en promover este tipo de desarrollos tecnologicos, con el fin de permitir su facil acceso a la industria, generando una innovación en el sector del envase hacia la sostenibilidad ambiental.